lunes, 7 de marzo de 2011

El mundo y sus demonios

El mundo y sus demonios es la última obra que Carl Sagan publicó antes de morir (1996), un amplio tratado sobre la importancia de la ciencia y la libertad en el mundo moderno, sobre todas las cosas que la acechan desde la oscuridad, las que tenemos aún por hacer, y especialmente, las que se pueden conseguir. Totalmente imprescindible para cualquier amante de la ciencia y el escepticismo, y altamente recomendable en general.

Sagan dedica los primeros capítulos del libro a desmontar y hablar largo y tendido sobre todas las cosas a las que la Nueva Era puso de moda: los avistamientos y abducciones por ovnis, los psíquicos, los cristales, los astrólogos, los terapeutas que sólo empeoran los delirios y falsas visiones de los crédulos, y otras que llevaban más tiempo por ahí, como el creacionismo, las posesiones demoníacas y las brujas.

Luego pasa a hablar del escepticismo propiamente dicho, con la graciosa metáfora del dragón en el garaje, que ni se ve, ni se oye, ni deja huella ni se puede tocar o detectar, pero que la gente sigue afirmando que está ahí. Es fácil extrapolarlo. Un par de capítulos más allá entrega al lector un amplio conjunto de métodos y actitudes para "detectar camelos", entre las que están, cómo no, la búsqueda y exigencia de pruebas en oposición a la credulidad, la aplicación de la navaja de Ockham, y una completa lista de falacias a evitar cuando se discuta, y que hay que saber detectar con rapidez.

En la última parte del libro, Sagan lanza sus reflexiones sobre la importancia de la educación, de la inversión en ciencia, de la divulgación científica, y aunque parezca no relacionado, también sobre la libertad y la democracia. La libertad es para el autor el valor imprescindible y el derecho innegable si queremos seguir avanzando, y la única forma de que la humanidad sea feliz, autogestionándose mediante un sistema democrático. Creo que particularmente esta reflexión vuelve a estar de actualidad con lo que está pasando en el mundo árabe.

El tono de este libro, a pesar de todos los peligros para la ciencia y por tanto para el mundo que el autor relata, es bien distinto al que encontramos en Cosmos: Sagan pasa de una preocupación contínua, debida al peligro bien real que se sentía entonces de que la Guerra Fría acabara en un holocausto nuclear, llevándose consigo todo rastro de nuestra especie, a un optimismo diáfano, invitando al mundo a mirar hacia el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario