jueves, 12 de mayo de 2011

Alfred J. Kwak

Alfred J. Kwak es una serie de dibujos animados de 1989, producida conjuntamente entre Holanda y Japón, que narra las aventuras del pato Alfred.


Abarca gran parte de la vida del protagonista, iniciándose en realidad cuando sus padres se conocen. Tras la muerte de éstos y de sus hermanos, Alfred es criado por el topo Henk, amigo del padre de Alfred. El pato crece con una forma de ser optimista y vivaz, y se ve envuelto en múltiples tramas, en ocasiones con un trasfondo muy profundo para ser una serie infantil. Así, Alfred se enfrentará a problemas como la sobreexplotación del mar, la especulación urbanística y el capitalismo despiadado, la lluvia ácida, el apartheid y el racismo, una dictadura, el paso de la monarquía a la democracia,... En la parte de la dictadura hay una referencia clarísima hacia los nazis (tanto por el nombre del dictador, como por la ideología, como por la forma de alcanzar el poder), y una curiosa alusión a cómo el poder religioso apoya al nuevo régimen de manera solapada. Tal cual. Cuando ves esta serie de pequeño no te das cuenta, pero al verla de nuevo ahora, ciertamente es impactante lo maduros que son algunos temas y que algunas intervenciones de ciertos personajes es imposible que las entienda un niño.

Junto con Alfred y Henk, la serie cuenta con un amplio elenco de personajes recurrentes: el rey de Waterland; Winnie, una pata negra que se convierte en el interés amoroso de Alfred; los amigos más cercanos de éste, entre los que hay una cigüela abogado, una morsa capitán de barco y una urraca, la cual acaba metiéndoles siempre en líos por su tendencia a apropiarse de cosas brillantes; el archienemigo de Alfred, un cuervo llamado Dolf que es el antagonista en la mitad de las tramas y lo mismo se convierte en dictador, que en ladrón profesional, contrabandista de armas o de dragones (sic), fugitivo de la justicia, huído de la cárcel, secuestrador... polifacético cuando menos. Otro que sale a menudo, en especial en la segunda mitad de la serie, es el profesor Boro, un oso polar que lo mismo fabrica una nave espacial, que saca un aparato para hablar con ballenas, un combustible no contaminante, o los planos para una nueva fuente de energía solar. Antagonistas secundarios típicos incluyen a unos cuantos magnates de los negocios y un científico que diseña sus despiadados planes para enriquecerse a costa de otros; y por supuesto, el ambiguo y extraño Lispel, una medusa (o algo así) que espía a cualquiera y vende estos secretos al que pague más, lo cual quiere decir que no se sabe muy bien de qué lado está (probablemente, del suyo propio), ya que lo mismo ayuda al país vecino, que a Alfred, que a Dolf...

Pero no todo son temas serios, no: Alfred tiene la facultad de fantasear con suma facilidad (eso, o estar sujeto a algún tipo de psicotrópico, porque algunas de las paranoias que le dan son la leche; en palabras oídas hace poco "¡yo quiero saber qué se mete ese pato!"), y llega a tener alucinaciones tales como que las fichas del ajedrez le hablan y le llevan de paseo, que es un vaquero del salvaje oeste,

Algo que resulta curioso es como en más de una ocasión se cruzan con extraterrestres sin que eso tenga la más mínima trascendencia, y no queda claro si éstos son de dominio público o qué... Lo mismo salen inventos científicos que magia, esa es otra muy buena también.


Alfred se pasa la vida viajando, muchas veces en la extravagante nave del profesor Boro que tiene forma de molino, (como los de Don Quijote, sí), y estos lugares suelen hacer referencia a países reales, aunque con nombres cambiados salvo en alguna ocasión. Así, el país de origen del pato es claramente Holanda, con sus diques y molinos; pero igual pasan el país de las pirámides, por Sudáfrica, o por Japón.

Curiosamente, lo único que recordaba de lo que pasa en la serie es que a los japoneses les gustaba mucho el golf.

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