lunes, 2 de abril de 2012

El Incal

La casualidad ha querido que haya conseguido leer El Incal, una de las obras más emblemáticas del dibujante Moebius (con guión de Jodorowski) muy poco antes de su muerte este mes pasado.

Como suele pasar con las obras de Jodorowski, uno debe estar dispuesto a aceptar no sólo pulpo, sino también diplodocus como animal de compañía. A partir de ahí, todo perfecto. Esto quiere decir que el argumento es tan sumamente surrealista y con unos giros tan bruscos e inesperados que no parece estar contando una historia, sino siguiendo el camino errático de un sueño.

En El Incal, John Difool es un detective que se verá envuelto en una conspiración a nivel galáctico en la que están involucrados múltiples factores, entre los que se encuentran diversos bloques políticos interestelares, la secta de los Tecnos, y el imperio alienígena de los Berg. Todo, por conseguir un singular y poderoso elemento conocido como el Incal, que puede usarse bien como llave para derrotar a la oscuridad que amenaza con engullir todo a su paso, bien como alfombra roja para garantizarle la victoria a ésta. Ayudado de un grupo de compañeros de lo más variado, Difool se verá obligado a luchar contra sus propios impulsos y comportarse como el héroe que ni es ni desea ser, con tal de salvar todo lo que le rodea.


Ambientado en el mismo universo futurista de Los Tecnopadres, El Incal se mueve entre el mundo físico y el metafísico, narrando una fábula sobre el camino hacia la iluminación y el autoconocimiento. Efectivamente: surrealista. Pero no por ello menos recomendable.

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